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Estrés

Última actualización: 20-abr-2024 0:15:00

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El estrés es la respuesta natural de nuestro cuerpo y nuestra mente ante situaciones o exigencias difíciles. Puede manifestarse física, mental o emocionalmente, provocando tensión, ansiedad o trastornos del sueño. Sin embargo, hay formas sencillas de aliviar el estrés, como mantenerse activo, conectar con los seres queridos y establecer límites.

El estrés explicado

El estrés es una experiencia común a la que todos nos enfrentamos y que afecta tanto a nuestra salud física como mental. Como la mayoría de las cosas en la vida, el estrés no es único. Existe el estrés agudo, que aparece y desaparece, y el estrés crónico o a largo plazo, la carga persistente que nos desgasta con el tiempo. Ambos tipos pueden afectar considerablemente a nuestra salud y calidad de vida.

Comprender las complejidades del estrés y cómo puede afectarnos más allá de la mera gestión del caos; Aprender a recuperar la paz y el bienestar, paso a paso, incluso cuando nos enfrentamos a situaciones estresantes.

Signos y síntomas comunes del estrés

Comprender los signos del estrés es el primer paso para controlarlo. Aunque cada persona responde al estrés de forma diferente, hay algunos indicadores comunes que conviene vigilar:

Síntomas físicos

Existen muchos síntomas físicos del estrés, tanto agudos como crónicos. Algunos síntomas agudos del estrés son:

  • Respiración rápida: sensación de no poder recuperar el aliento.
  • Opresión torácica: esa sensación de peso en el pecho cuando se acumula el estrés.
  • Tensión arterial elevada: sensación de que el corazón se acelera en situaciones de estrés.
  • Dificultades para conciliar el sueño: dar vueltas en la cama mientras la mente se llena de preocupaciones.
  • Tensión muscular: sensación de llevar el peso del mundo sobre los hombros, literalmente.

Los síntomas del estrés crónico son diversos. Puede que experimentes dolores de cabeza o migrañas, esa inconfundible sensación de martilleo en las sienes tras un día especialmente duro.

El malestar estomacal también puede manifestarse como una sensación de nudos que se retuercen en el vientre antes de un acontecimiento importante o una conversación difícil. Los problemas digestivos suelen acompañar a estas sensaciones, lo que hace que las comidas sean menos agradables.

Signos emocionales

El estrés puede afectar a nuestras emociones de muchas maneras, entre ellas:

  • Agobio: sensación de ahogo entre tareas y responsabilidades, luchando por mantener la cabeza fuera del agua.
  • Preocupación persistente: preocuparse constantemente por lo que podría salir mal, su mente corriendo con "qué pasaría si...".
  • Irritabilidad: irritarse con los seres queridos por cosas sin importancia, sentir que se camina sobre la cuerda floja de las emociones.
  • Cambios de humor: una montaña rusa emocional que va de lo alto a lo bajo, con la sensación de estar a merced de sentimientos siempre cambiantes.

El estrés crónico puede provocar síntomas como ansiedad, ataques de pánico, depresión o aislamiento de los seres queridos.

Cambios de comportamiento

Existen algunos síntomas comunes del estrés a los que hay que prestar atención. Es posible que notes que tu apetito cambia cuando te sientes estresado, ya sea comiendo menos o quizás recurriendo a tentempiés para reconfortarte un poco. Es como si pusieras el piloto automático sin darte cuenta de cómo cambian tus hábitos alimentarios.

Luego está la procrastinación: aplazar tareas o responsabilidades puede parecer más fácil cuando todo parece demasiado.

Causas del estrés

causas comunes de estrés

El estrés suele provenir de multitud de fuentes, tanto grandes como pequeñas. He aquí algunos desencadenantes habituales del estrés:

  • Los cambios importantes en la vida, ya sean hitos emocionantes u obstáculos inesperados, pueden hacer que nos sintamos abrumados y temblorosos.
  • La pérdida del empleo o el estrés laboral pueden acarrear preocupaciones económicas y trastornos emocionales.
  • La pérdida de un ser querido puede afectarnos profundamente y elevar nuestros niveles de estrés.
  • Retos cotidianos como los atascos de tráfico, los plazos de entrega en el trabajo y las responsabilidades familiares pueden acumularse poco a poco y pasar factura a nuestro bienestar.
  • Factores ambientales como la contaminación acústica y los espacios abarrotados también pueden afectar a nuestros niveles de estrés.
  • Las luchas personales, como las inseguridades o los traumas del pasado, pueden resurgir inesperadamente, aumentando nuestra carga de estrés.
  • Enfrentarse a un problema de salud grave, ya sea propio o de un ser querido, puede ser emocionalmente agotador y estar lleno de incertidumbre.

Efectos del estrés crónico

Cuando el estrés se convierte en una presencia constante, se infiltra silenciosamente en todos los rincones de nuestra vida, dejando su huella tanto en nuestra salud física y mental como en nuestras relaciones.

Estrés y relaciones

El estrés puede poner a prueba las relaciones. Cuando uno o ambos miembros de la pareja sufren estrés, éste puede afectar a la comunicación, la conexión emocional y la resolución de conflictos. Cuando los factores estresantes se acumulan, es como si una espesa niebla se instalara entre los miembros de la pareja, dificultando que se vean con claridad y conecten en profundidad. Puede parecer que habláis idiomas distintos, incapaces de salvar la distancia entre vuestras experiencias y emociones.

A medida que aumenta la tensión, nuestra sensación de seguridad empieza a desvanecerse, lo que desencadena la respuesta de "lucha o huida" de nuestro cuerpo. Es como si se activara un interruptor: la ira puede hacer que nos enfrentemos, mientras que el miedo puede empujarnos a alejarnos, creando distancia y malentendidos entre la pareja.

Incluso la capacidad de nuestro cerebro para interpretar las expresiones faciales puede verse afectada, haciendo que interpretemos erróneamente señales neutras como hostiles, lo que provoca más malentendidos y tensiones en las relaciones.

Cambios en la estructura y función cerebrales

El estrés constante no sólo afecta a cómo nos sentimos, sino que también puede alterar el funcionamiento de nuestro cerebro. Pero no te preocupes, nuestro cerebro se adapta de forma asombrosa mediante un proceso llamado neuroplasticidad.

Por ejemplo, en ciertos trastornos de ansiedad, nuestros centros de memoria pueden encogerse un poco, mientras que las partes de nuestro cerebro responsables de procesar el miedo pueden volverse más pronunciadas o activas. Además, nuestra capacidad para tomar decisiones puede tener dificultades para mantener bajo control nuestras respuestas de miedo cuando nos sentimos ansiosos.

Estos cambios influyen en la forma en que percibimos y manejamos el estrés, lo que se suma a los retos que plantea el control de la ansiedad.

Salud física y sexual

Antes de sumergirnos en cómo afecta el estrés a nuestro cuerpo, es importante recordar que estos efectos no se producen de la noche a la mañana. Por lo tanto, no hay necesidad de entrar en pánico. Con paciencia y autocuidado, puedes revertir estos efectos y dar pasos positivos hacia una mejor salud y bienestar.

El estrés puede tener efectos negativos en nuestro sistema nervioso. Cuando experimentamos estrés, nuestro cuerpo se inunda de hormonas del estrés.

Con el paso del tiempo, este aumento de la actividad hormonal puede dar lugar a complicaciones en el sistema nervioso y a un estado de alerta constante que, en última instancia, conduce al agotamiento de los recursos del organismo.

El estrés crónico puede repercutir negativamente en la salud del corazón, ya que puede causar hipertensión arterial crónica, lo que puede aumentar el riesgo de infartos o enfermedades cardiovasculares.

El estrés continuo debilita el sistema inmunitario, haciendo que el organismo sea susceptible a infecciones y enfermedades.

El estrés puede afectar al aparato digestivo y provocar dolores de estómago, náuseas o afecciones graves como úlceras y síndrome del intestino irritable.

El estrés crónico afecta a la libido y provoca otros problemas reproductivos tanto en hombres como en mujeres.

En los hombres, el estrés persistente puede disminuir los niveles de testosterona, lo que puede provocar una reducción del deseo sexual. Del mismo modo, en las mujeres, el estrés continuado puede alterar el equilibrio hormonal y nuestro sistema endocrino, provocando ciclos menstruales irregulares y posibles dificultades de fertilidad.

Problemas de salud mental

El estrés crónico es un factor primordial en el desarrollo o agravamiento de los trastornos de ansiedad y la depresión.

La activación prolongada de la respuesta del organismo al estrés puede alterar el equilibrio de los neurotransmisores y la química cerebral, lo que aumenta considerablemente la vulnerabilidad a estos trastornos mentales.

El estrés también puede provocar agotamiento mental, haciendo que las tareas cotidianas parezcan insuperables e influyendo negativamente en el funcionamiento diario de una persona.
El estrés también puede provocar irritabilidad, lo que puede tensar las relaciones con la familia, los amigos y los compañeros.

Cuatro formas de controlar el estrés

La gestión del estrés es algo más que encontrar formas de relajarse. Se trata de establecer rutinas, fijar límites y adoptar hábitos saludables para mantener una vida equilibrada.

Reconocer las fuentes de estrés es el primer paso hacia una gestión eficaz. Ya sea reorganizando los horarios de trabajo o buscando el apoyo de los seres queridos, comprender qué desencadena el estrés nos permite tomar medidas proactivas para hacerle frente.

El camino de cada persona para controlar el estrés es único. Algunas encuentran consuelo en sencillos rituales, mientras que otras recurren al apoyo de amigos, familiares o profesionales. Sea cual sea el enfoque, la clave está en tomar medidas intencionadas para reducir el estrés y aumentar la resiliencia para afrontar los inevitables retos de la vida.

Mueve tu cuerpo

Algunas actividades físicas que alivian el estrés son

  • Caminar: Caminar ayuda a despejar la mente y a reducir los niveles de estrés: nada mejor que un relajante paseo por la naturaleza.
  • Correr o hacer footing: Practicar ejercicios aeróbicos como correr o hacer footing libera endorfinas, que levantan el ánimo de forma natural.
  • Yoga: Practicar yoga implica adoptar determinadas posturas y movimientos combinados con la respiración consciente.
  • Pilates: Al igual que el yoga, el pilates se centra en los movimientos controlados y la respiración para aliviar el estrés, mejorar la flexibilidad y potenciar nuestra salud de múltiples maneras.
  • Tai Chi: La práctica del Tai Chi, con sus movimientos lentos y controlados, favorece la relajación y el equilibrio.
  • Entrenamiento de fuerza: Participar en actividades como levantar pesas o utilizar bandas de resistencia ayuda a reducir el estrés al favorecer la liberación de endorfinas y fomentar la resiliencia física.

Priorizar el descanso

Dormir lo suficiente refuerza la resistencia del organismo frente al estrés y mejora el sistema inmunitario. Una buena noche de sueño desempeña un papel crucial en la recuperación física y mental, ya que permite al cuerpo repararse y descansar y al cerebro procesar las emociones, los pensamientos y la información del día.

Dormir lo suficiente de forma constante puede mejorar el estado de ánimo, potenciar la función cognitiva y mantener bajo control nuestra respuesta al estrés.

Regule su sistema nervioso

Junto con el ejercicio, prácticas como la respiración profunda, la meditación y la atención plena pueden ser técnicas útiles para afrontar el estrés. Estas técnicas ayudan a calmar la mente y a reducir el estrés y la ansiedad.

Los ejercicios de respiración profunda, como la respiración diafragmática, pueden activar la respuesta de relajación del organismo, reducir la frecuencia cardiaca y disminuir la tensión muscular.

La meditación fomenta la atención y el aumento de la conciencia, lo que puede ayudar a las personas a separarse de los factores estresantes y encontrar claridad mental.

La atención plena implica estar totalmente presente en el momento sin juzgar, lo que nos permite observar nuestros pensamientos y emociones sin agobiarnos.

Abre tu corazón

Compartir con seres queridos de confianza puede estrechar nuestros lazos al permitirnos sentirnos realmente vistos y comprendidos, especialmente cuando estamos lidiando con demasiado estrés. A veces, el mero hecho de saber que otros se identifican con nuestros problemas puede calmar nuestros nervios y hacernos sentir seguros.

Pruebe algunos ejercicios de intimidad inspirados en el Instituto Gottman. Plantéate hacer estas preguntas a tu pareja o a un ser querido, o incluso utilízalas como estímulos en tu diario para profundizar en tus propias emociones y encontrar formas de manejar el estrés cuando te resulte abrumador:

  • ¿Cómo te sientes últimamente con todo lo que está pasando?
  • ¿Qué cosas le han ayudado a afrontar el estrés?
  • ¿Cómo contribuyen estas estrategias de afrontamiento a nuestra conexión?
  • ¿Hay alguna forma en la que el estrés esté afectando a nuestra relación que podamos solucionar juntos?
  • ¿Qué medidas podemos tomar en equipo para apoyarnos mutuamente y reducir el estrés en nuestras vidas?

Para llevar

El estrés es una parte común de la vida, algo que todos experimentamos. Pero la buena noticia es que es reversible. Si introduces cambios sencillos en tus rutinas y das prioridad al autocuidado, puedes reducir su impacto en tu salud física y emocional, así como en tus relaciones.

El mero hecho de que estés leyendo esto demuestra tu voluntad de hacer un cambio positivo. Así que anímate: tienes el poder de llevar una vida con menos estrés.

Referencias

Descifrar el papel de la actividad física en la gestión del estrés durante una pandemia mundial en poblaciones adultas mayores: un protocolo de revisión sistemática

Estrés crónico > Hojas informativas > Yale Medicine

Comprender la respuesta al estrés - Harvard Health

Estrés | OMS

El mindfulness se asocia con un menor estrés y un mayor compromiso laboral en una amplia muestra de participantes en MOOCs

Descargo de responsabilidad

El contenido de este artículo se ofrece únicamente con fines informativos y no pretende sustituir el consejo, diagnóstico o tratamiento médico profesional. Se recomienda siempre consultar con un profesional sanitario cualificado antes de realizar cualquier cambio relacionado con la salud o si tiene alguna duda o preocupación sobre su salud. Anahana no se hace responsable de los errores, omisiones o consecuencias que puedan derivarse del uso de la información proporcionada.